COVID-19 en el mes de mayo; la tercera causa de muerte en el país, y es prevenible.

Por: Carlos Santos-Burgoa. Académico Titular, Academia Nacional de Medicina. Profesor de Salud Global y Ambiental, George Washington University, DC, EUA.

Especial para LaSalud.mx

Las personas en el país enfrentan un doble mensaje: se incrementan los enfermos de COVID-19, pero se suspende la Jornada Nacional de Sana Distancia, y se va a decisiones focalizadas. Este mensaje puede provocar distracción sobre la severidad de la situación en el país.

Deseo entonces contribuir a dimensionar la percepción social sobre la situación en la que estamos, y por que bajar la guardia es peligroso.

Me permito mostrar primero el último cuadro que oficialmente se tiene publicado con el número total de defunciones por las primeras diez causas de muerte. Estas causas representan grupos de enfermedades (un solo tipo de enfermedades, por ejemplo; incluye todos los cánceres en una sola agrupación).

En 2017 no había COVID-19, ahora es una de las neumonías. Presento los datos anuales, y con simple división entre 365 días, o 52 semanas o 12 meses, estimo cual fue la intensidad, el número de casos por día, semana o por mes. La medición mensual nos da una medida más estable que lo que diario se pueda observar, pues la documentación diaria tiene mucha variabilidad por artefactos de registro.

Ahora muestro un siguiente cuadro, en el cual integramos las muertes acumuladas durante el mes de mayo en comparación a las muertes acumuladas durante el mes de abril. Por simple resta aritmética, saco la diferencia para obtener los casos acumulados solo en el mes de mayo que acaba de terminar. Igualmente señalo las defunciones diarias obteniendo las diferencias entre los informes diarios, y obtengo el acumulado semanal.

Aquí se puede observar que la frecuencia de muertes en el último mes ubica ya al COVID-19 como la tercera causa de muerte mensual en el país, más que por todos los cánceres. En la última semana se acumularon más casos semanales que por casi todas las causas en México.  De hecho, en tres días de la última semana fallecieron más personas por día por COVID-19 que por cualquier otra agrupación actual de causas de mortalidad. Expresamos lo anterior, reconociendo que estos casos no incluyen a todos los que pueden ser relacionados con el SARS-CoV-2, pues excluyen los que carecen del diagnóstico, aunque sean casos sospechosos. Por ello, la magnitud esta subestimada (tal como la autoridad ha señalado). La tendencia de casos detectados y las defunciones es creciente, con variaciones. No hay descenso. No me sorprenderá que esta llegue en junio a ser la primera causa (pero no agreguemos a las tantas especulaciones existentes).

Por ello en México, el peligro de morir por COVID-19 en el mes de mayo fue mucho mayor, aun mayor que por accidentes, infartos, homicidios, o cáncer. No hay nada de lo que se mueran más los mexicanos ahora.

Aún más, a diferencia de una proporción importante de las defunciones incluidas en las primeras diez causas, por COVID-19 todas son muertes potencialmente prevenibles. Esto se puede prevenir con medidas rigurosas de higiene, saneamiento, promoción de la salud para la prevención comunitaria, una vigilancia epidemiológica que conduzca a actuar donde hay problemas, y una acción regulatoria que conduzca la protección poblacional. Pero estamos fallando.

En México, el pacto social que nos une lo tenemos escrito en la Constitución Política Mexicana. En ella se tiene explícitamente inscrito el acuerdo de toda la sociedad, el que “Toda persona tiene derecho a la protección a la salud” (Art. 4º). Nadie tiene la obligación de perder la vida o enfermar por hacer sus actividades diarias, y menos el tener un ingreso. El riesgo poblacional a esta fecha es muy alto y continúa creciendo. No hay que bajar la guardia.  Nuestra obligación es la protección de la vida de las personas, y hay que mantener la alerta alta.

Es ahora responsabilidad del Estado, el expandir y asegurar las acciones integradas de salud pública: demandemos que existan. Como ciudadanos, en lo individual, en nuestras comunidades, en nuestros trabajos y empresas; el asumir plenamente la responsabilidad de que nuestras acciones no generen más contagio. Se requiere utilizar los instrumentos de comunicación de riesgos a la salud con prudencia y fortaleza, robusteciendo la identificación real del peligro actual, y el ejercicio salutogénico de los ciudadanos y los actores sociales. 

Acerca redaccion

Equipo de redacción de la red de Mundodehoy.com, LaSalud.mx y Oncologia.mx

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